Israel, un peligro nuclear

Es común entre la prensa occidental llenar titulares advirtiendo de la amenaza que supone para el mundo el régimen iraní y sus avances nucleares, que de momento tan sólo están encaminados a la energía nuclear para uso civil, sin perjuicio de que finalmente se acabe militarizando.

Hay que recordar que las intenciones mundiales de reducción de las armas nucleares quedaron reflejadas a partir de 1968 en el Tratado de No Proliferación nuclear, que sólo permite tener armas a USA, Francia, Inglaterra, Rusia y China. Este tratado ha sido firmado por un total de 188 estados, es decir, todos los del mundo, a excepción de Israel, Corea del Norte, India y Pakistán. Irán lo ratificó en 1968.

En definitiva, Israel es el único país de Oriente Próximo que no ha firmado el Tratado de No Proliferación, y viene ignorando sistemáticamente los tímidos llamamientos de USA a que firme el Tratado. Además, Israel jamás ha permitido a los observadores del Organismo Internacional de la Energía Atómica acceder a sus instalaciones nucleares.

A pesar del secretismo, está confirmado que Israel cuenta con un desarrollado arsenal nuclear en Dimona -desierto del Neguev- Según los organismos internacionales, Israel contaría con un arsenal de entre 75 y 200 cabezas nucleares. Además, está demostrado que Israel probó sus armas nucleares en 1979 junto con su aliada, la Sudáfrica del Apartheid.

Pero lejos de pertenecer a tiempos pasados, la posibilidad de que Israel recurra a las armas nucleares no es tan remota como pudiera parecer. Sólo la presión internacional, que no la moral de los dirigentes israelís, ha logrado que aún no haya atacado Irán o quién sabe qué otro país de Oriente Próximo.

De hecho, es tal la psicosis, que si Israel es invadida y en el improbable caso de que el enemigo lograra avanzar en territorio israelí, se pondría en marcha la Opción Sansón, consistente en hacer detonar la bomba atómica en el interior del país, para así destruir a los ejércitos enemigos, a la vez que se autodestruye el país. Estos planes dan buena cuenta del estado de paranoia colectiva en que vive la sociedad israelí, que está dispuesta a sacrificarse con tal de causar bajas enemigas -si profesaran otra religión y fuesen del otro bando serían mártires terroristas-. Sus planes pueden resumirse muy bien en la frase del profesor de Historia Militar de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Martin van Creveld, que en 2003, ante la amenaza de la segunda intifada, dijo: "Yo considero que ya no hay esperanza..tenemos la capacidad de acabar con el mundo entero. Y les puedo asegurar que eso ocurrirá, antes que Israel sea derrotada".

Querido lector, es más agradable seguir temiendo a Irán, y creer, junto con J.M.Ansar, que "si cae Israel, caemos todos". Al menos hasta que Israel no tire la bomba -y ya será tarde-, no hay porqué preocuparse. Feliz café.