Un año más, se acerca la temporada de exámenes universitarios. Como cada enero, los nervios se adueñan por unos días del estudiante. Falej no era una excepción. Esta vez, sólo hay un pequeño cambio: Falej termina la carrera, por fin. La nota de estos últimos exámenes es vital para poder encontrar un buen trabajo. Tras cinco años de esfuerzo, al fin recogerá los frutos.
Falej estudia Ingeniería en la universidad Pública de Al Quds. Es el mayor de cinco hermanos. Su padre fue detenido hace dos años, y aunque sin juicio alguno, fue encerrado en la cárcel por atarse a uno de sus olivos, el día en que los soldados israelís vinieron a limpiar la zona para la construcción del muro. Desde entonces, permanece incomunicado. Su madre trabaja en la tienda de alimentación de Abu Ali, pero con esto no es suficiente para comer. Por eso, los fines de semana Falej trabaja como chófer y traductor para una delegación las Naciones Unidas.
Estos días ya no trabaja, porque quiere centrarse en los exámenes. El primero es hoy mismo. A las 5 de la mañana ha sonado el despertador. Aunque examen es a las 10, Falej no quiere arriesgarse a llegar tarde. La Universidad de Al Quds está a sólo 20km de su casa, pero ha de pasar 2 checkpoints, y quiere evitar las largas colas que se forman a partir de las 7. La autopista, por la que se tarda tan sólo 25 minutos en llegar, sólo puede ser utilizada por los colonos. Él tiene que ir por la carretera mal asfaltada, que va serpenteando entre asentamientos; es la única que por la que los palestinos pueden circular.
Tras unos 45 minutos de trayecto, llega por fin al primer checkpoint. El joven soldado israelí, todavía somnoliento, le pregunta a dónde va. "A la Universidad, señor". - "¿A estas horas de la mañana? ¡No estará ni abierta!" Es un joven más o menos de su edad. Quizás más pequeño. Es bajito y regordete, pero le gusta disfrutar de la superioridad que le da el arma. Como aún no hay nadie más pasando el control, el soldado decide indagar un poco más. "-¿De qué nacionalidad eres?" Falej aprieta los dientes, se traga su orgullo, y dice - "De ninguna, señor". "Bien, puede pasar".
En el siguiente checkpoint no tuvo tanta suerte. Tres soldados hacían guardia. Dos chicos y una chica. Ambos chavales parecían competir por ella, y Falej les proporcionó una oportunidad de oro para hacer alarde de valentía. Le hicieron bajar del coche y poner las manos en la cabeza, mientras lo registraban todo. A uno de los soladados pareció llamarle la atención el libro de Falej, así que se puso a hojearlo. Estaba en Árabe, por lo que no puedo entender nada. Todos los apuntes que estaban dentro cayeron al suelo, sin que el soldado mostrara la más mínima preocupación. "¿Llevas armas pegadas al cuerpo?" "No, señor" "Ahora lo veremos, ¡bájate los pantalones!" Falej respiró hondo, y obedeció. Efectivamente, no llevaba armas.
No contentos con esto, le pidieron el permiso para ir a Al Quds, que Falej enseguida mostró. El otro soldado se metió en la cabina del checkpoint a hacer una llamada. Al salir, dijo "No puedes entrar en Israel, tu padre es un terrorista que está en la cárcel" "¡Pero si llevo entrando todos los días durante 5 años!" "Gran error el nuestro, no nos volverá a pasar. Puedes volver ya para tu casa, hijo de terrorista".
Falej no daba crédito. Llevaba dos semanas preparando este examen. ¡Le faltaba tan poco para poder ser ingeniero! No podía rendirse ahora. Eran sólo las 7.30, así que decidió volver sobre sus pasos e intentarlo por otro checkpoint más al norte. El soldado del primer checkpoint lo miró incrédulo al verle volver tan pronto. Lo retuvo durante más de 1 hora, hasta que pudo contactar con sus compañeros y le aseguraron que no podía pasar.
El checkpoint del norte estaba atestado de gente. Era ya hora punta, y los trabajadores palestinos iban poco a poco haciéndose paso a base de bocinazos. Tan ocupados estaban los soldados con tanta gente, que no perdían tanto tiempo pidiendo la documentación. Con tanta tensión, Falej casi olvida que tenía examen. Finalmente, le dejaron pasar.
A las 12.30 llegó Falej a la universidad de Al Quds. Con lágrimas de rabia, se presentó ante el profesor, quien no dijo nada. No hay necesidad de palabras para explicar lo cotidiano. La Universidad le dio a Falej la oportunidad de presentarse al día siguiente a ese mismo examen. Aunque sus apuntes yacían en un checkpoint, aceptó encantado. Le ofrecieron además estancia gratuita por una noche en la residencia universitaria cercana al recinto, para evitar un nuevo altercado en la frontera.
Aquella noche fue una de las peores de su vida. Aunque no tardó nada en conciliar el sueño, a las 11 de la noche irrumpieron en su habitación 3 soldados israelís, golpeando bruscamente la puerta. Le dijeron que tenían que hacerle algunas preguntas, y que en unos minutos llegaría un traductor para comenzar a entrevistarle. Esos minutos fueron 2 horas, tras las cuales comenzó un largo y ridículo interrogatorio, con preguntas sobre la utilidad de estudiar ingeniería para luego ser un terrorista, sobre sus vínculos como Hamas o sobre si sabía que su padre estaba muriéndose en la cárcel. A las 6 de la mañana se marcharon, dejando en la habitación un tétrico silencio.
A la mañana siguiente, Falej hizo su primer examen. Le salió peor de lo que esperaba, pero aún así, mantenía esperanzas de aprobar. Al volver de nuevo a casa, aturdido por el insomnio y los acontecimientos, se topó de nuevo con un soldado israelí, que llevaba un café en la mano. Sin apenas mirarlo, oyó una voz que decía: "¿Nacionalidad?". Luego el soldado dio un largo sorbo de café.
PD. Querido lector, si usted está ahora de exámenes, le deseo suerte, aunque dadas sus cómodas circunstancias existenciales, dudo que la necesite. Feliz café.
Tengo curiosidad por saber con que resolución de la ONU o antiquisimo arraigo a la tierra se justifica semejante trato y no me basta la amenaza de que se inmolen porque supone un atropello total y absoluto del derecho a la presunción de inocencia. Se que algunos me saldran con lo de las inmolaciones, los cohetes.... como siempre, predecible y, como siempre, no me basta.
ResponderEliminarY yo me quejo de tener que estudiar..., en fin este texto me va ser de gran motivación para los días que me quedan.Suerte a ti también que nunca viene mal.
ResponderEliminarLo anteriormente descrito NO ES UN CONTROL,y sé de que hablo. Me han contado y he leído sobre casos demasiado parecidos a éste en esos lugares donde cualquier pelagatos uniformado se sabe dios porque no rendirá cuentas a nadie;o en último caso a algún sargento que le acusará de"blando"por solo retenerle unas pocas horas,y que se mearía de miedo si un tubo de escape de algún vehículo petardease cerca. Vergonzante. Suerte en los exámenes a os que estéis en ello.
ResponderEliminarOs dejo un enlace del un documental sobre la invasión de la franja de Gaza, por si acaso no lo habeis visto.
ResponderEliminarhttp://www.toshootanelephant.com
Como me esperaba: no se puede.
ResponderEliminarAunque seguiré esperando por si aparece el ejercicio de equilibrio y fantasia argumental que ya he visto en algunos de los que comentan en este blog.
"Paco": Me remito a lo dicho:ESO NO ES UN CONTROL. Todo ejército necesita DISCIPLINA;(lo que hoy es"azul"mañana será"azul"). Daniel comenta lo que es un"control"israelí,y no es el primero que habla de absolutas arbitrariedades en ellos(Televisiones extrangeras incluídas). Hace años pusieron en TVE una serie llamada"HOLOCAUSTO".Me llamó la atención en un capítulo el interrogatorio que un"SS"hacía a un ciudadano alemán sobre sus ascendientes.El lenguaje era brutal. !Cómo se parecen!.
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