Las agujas del reloj indicaban que ya habían pasado las 10 de la mañana. Íbamos camino de Khalil -Hebrón-, cuando tuvo lugar esta escena. Mis manos temblaban al hacer la foto. Un checkpoint israelí, cámaras apuntando a un anciano palestino subido en un burro, que se dirige a buscar agua a una aldea cercana. Soldados armados se esconden por estas zonas. Hay tensión en el ambiente.
El señor mayor lo sabe. Es consciente de que cualquier mínimo movimiento sospechoso que haga le puede costar la vida. O quizás baste con que un soldado coja una borrachera, como es habitual en estos chavales de 18 años que son enviados al frente y que se buscar evadirse del aburrimiento que genera la poca peligrosidad de la mayoría de poblados palestinos. La existencia de este hombre pende de un hilo que puede romperse cualquier día.
Querido lector, la realidad del pueblo palestino es esta: cámaras, cañones y alambres de espino, cuando no cárcel, muerte e impotencia. Pero no se preocupe, que no todo el mundo sufre. Si usted va a Israel, podrá circular tranquilamente. Le recomiendo que vaya a evadirse a cualquier ressort de la zona ocupada del Mar Muerto, o de ese Benidorm de Oriente Medio que es Tel Aviv. Allí podrá disfrutar de playas sin alambradas y de un ambiente frestivo casi permanente. Y usted, como la mayoría de israelís hoy día, podrá olvidarse de que existe un conflicto.
Hasta que decida ir a Israel, relájese en su casa. Por ejemplo hoy, mientras el señor de la foto se desplaza, como cada día, a buscar agua entre cámaras de seguridad y fusiles, usted puede poner agua en la cafetera, dejar pasar unos minutos y disfrutar de un delicioso y dulce café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario