jueves, 26 de noviembre de 2009

La guerra del fútbol

Hace algunos años, alemanes y franceses, con el patrocinio de la FIFA, decidieron levantar un estadio de fútbol en el Bireh, a las afueras de Ramallah. Era un proyecto que se aprobó en 1981, autorizado por Israel. Su construcción efectiva no se llevó a cabo hasta 2008, cuando el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, puso la primera piedra. Acaba de ser terminado, y por fin la selección Palestina iba a poder disputar sus partidos oficiales en un estadio con capacidad para 8.000 personas.

Sin embargo, el Ministerio de defensa de Israel acaba de ordenarla demolición del estadio, porque sostiene que parte del mismo se encuentra en lo que desde los acuerdos de Oslo se conoce como "Zona C". En estos acuerdos, Cisjordania fue dividida en tres zonas, según el grado de control que se les otorgase a los palestinos, pero sin olvidar que tanto la Zona C como la A y la B están dentro del territorio palestino. Israel ha incumplido manifiestamente los acuerdos del Oslo, invadiendo la zona A cuando ha querido, y por lo tanto, éstos quedan ya sin validez, si tenemos en cuenta, por ejemplo, el artículo 60 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados.

La verdadera razón que subyace tras esta repentina orden es evitar que la selección palestina de fútbol comience a disputar partidos en su propio estadio. Israel quiere jugar la Eurocopa y que los clubes israelís participen en las competiciones UEFA, y sin embargo niega a la selección palestina su derecho a jugar partidos como local.
No es ésta la primera vez que Israel actúa de esta forma. El 30 de marzo de 2006, el Estadio Nacional Palestino de fútbol, ubicado en Gaza, fue bombardeado por la aviación israelí, y tras ser reconstruido por la propia FIFA, el ejército israelí lo destruyó completamente en el mes de abril.

Dada la actual situación, quiero desde aquí pedir a todo el mundo que se movilice para que el estadio de Ramallah no sea derribado. No dejemos que los errores de la historia vuelvan a repetirse. Es preciso que la FIFA y la UEFA expulsen a Israel de todas las competiciones en las que participa hasta que no se revoque la orden de demolición del Estadio de Ramallah. En lugares ocupados, el fútbol se convierte en una gran pasión que libera temporalmente del sufrimiento. Por eso, la FIFA ha de actuar, en honor al fútbol y al fin de la ocupación.

Querido lector, usted no se preocupe por estas menudencias. Sé que la Champions League es más vistosa si juega el Macabbi Haifa, y que la Euroliga de baloncesto no sería lo mismo sin el Macabbi Tel Aviv. Por lo tanto, usted no se movilice, no envíe una carta de queja a la FIFA, porque a usted estas cosas no han de preocuparle. Síentese en el sofá, encienda la tele, y disfrute del fútbol mientras saborea un delicioso café.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Manual de destrucción y ocupación

Si quiere tener una casa en territorio palestino, y tiene usted la suerte de no ser musulmán, aquí le explicaremos cómo hacerlo.

PASO 1: Hay elegir el lugar a ocupar. Ha de ser un lugar estratégico, a poder ser en lo alto de una colina o por el que pasen grandes cantidades de aguas subterráneas. No es un problema que haya enemigos cerca, pues todo asentamiento viene con vigilancia incluida.

PASO 2: Consiste en que algún juez israelí decrete que las casas palestinas situadas en el lugar que usted ha elegido han de ser destruidas. Aquí hay varias modalidades: puede ser que el primer titular de la casa haya fallecido y que se haga pagar a los herederos el impuesto de sucesiones. Para ello necesitarían ir a cualquier oficina tributaria de Israel. Como son palestinos y tienen prohibida la entrada en Israel, no podrán ir a abonar esa cantidad, y por lo tanto la propiedad pasa a manos del Estado Israelí.

Otro modelo consiste en enviar un grupo de colonos a que ocupen la casa palestina cuando sus moradores no se encuentren en ella, y que la defiendan desde ese momento con las armas. Cuando llegue el juez, argumentarán que un antepasado suyo residió allí en tiempos bíblicos, y que por lo tanto tienen derecho a vivir allí. El juez israelí se acogerá a este razonamiento, demostrando que Israel es el único lugar del mundo donde se acepta la Biblia como título de propiedad válido. Esta variante es especialmente aconsejable en los territorios cercanos a Khalil -Hebrón-.

PASO 3: Tras la sentencia judicial, un bulldozer -preferentemente de la marca norteamericana Caterpillar- destruirá las casas palestinas de ese enclave. Puede que algún activista del Comité Israelí contra la Demolición de Casas trate de impedirlo, pero pronto serán disueltos por el ejército de Israel.

PASO 4: El cuarto paso es la declaración del Gobierno de Israel, de que ha decidido construir casas en un lugar en territorio palestino que actualmente se encuentra vacío. (Pulse aquí para ver un ejemplo) Por gentileza del Estado, se asfalta la zona, se le dota de alcantarillado e iluminación, así como una torreta se seguridad controlada por el propio Ejército.

PASO 5: Quien quiera vivir allí, ya sólo tendrá que pagar los materiales para su casa, y obtendrá la licencia de forma rápida y barata.

Querido lector, si piensa cambiar de casa, ha visto que ahora tiene una buena oportunidad para hacerlo. La foto que ve fue tomada este verano a las afueras de Belén. Como habrá podido intuir, se trata de una casa palestina recién destruida. (Paso 3) Si se da prisa, puede que llegue a tiempo para instalarse en el lugar. Hasta entonces, relájese y disfrute en su actual vivienda de un dulce café.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un día para reflexionar

Hoy se cumplen 20 años desde la caída del muro de Berlín. El tono de celebración se adueñará de todas las portadas de los periódicos. Estoy de acuerdo en que el 11 de noviembre de 1989 es un día para recordar con alegría. Miles de berlineses pudieron reencontrarse con sus familiares, y cayó el infame hormigón que partía en dos la ciudad. Se terminó con el sufrimiento que supone estar separado por tan deleznable construcción, y por una vez, ganó el sentido común.

Sin embargo, hoy no deberíamos celebrar nada. Tras haber visto lo maravilloso que es vivir sin un muro que divida a las personas, no parecemos haber aprendido que todos aquellos que viven separados por un muro sufren, con independencia de su nacionalidad. Hemos seguido construyendo muros: en Melilla -España-, en la frontera norte de México -USA-, y cómo no, en Palestina - Israel-.

Por eso, me niego a celebrar nada hasta que el pueblo palestino deje de vivir en un ghetto, aislado por un muro construido en un 80% en territorio palestino, y condenado por la Corte Internacional de Justicia. Miles de kilómetros de separación, hormigón, alambrada, torres de vigilancia, miles de soldados, palestinos asesinados casi semanalmente por manifestarse cada viernes de forma pacífica contra la barrera de la vergüenza, campesinos separados de sus tierras, familias divididas, árboles destrozados... Todo ello con una finalidad encubierta: la conquista de Palestina, que Israel está llevando a cabo, bajo el lema "abarcar el mayor terreno posible, con el menor número de palestinos posible".

Querido lector, a pesar de que Israel vulnera el derecho internacional y los principios morales más básicos, no deje que la culpa le invada. Usted ya hizo bastante en su día, manifestándose contra el comunismo y el muro de Berlín. El muro de Palestina que lo tiren otros, si acaso. Y que otros celebren los 20 años de su caída. Usted festeje este aniversario que hoy se nos presenta y disfrute del café.

sábado, 7 de noviembre de 2009

David contra Goliat


Las agujas del reloj indicaban que ya habían pasado las 10 de la mañana. Íbamos camino de Khalil -Hebrón-, cuando tuvo lugar esta escena. Mis manos temblaban al hacer la foto. Un checkpoint israelí, cámaras apuntando a un anciano palestino subido en un burro, que se dirige a buscar agua a una aldea cercana. Soldados armados se esconden por estas zonas. Hay tensión en el ambiente.

El señor mayor lo sabe. Es consciente de que cualquier mínimo movimiento sospechoso que haga le puede costar la vida. O quizás baste con que un soldado coja una borrachera, como es habitual en estos chavales de 18 años que son enviados al frente y que se buscar evadirse del aburrimiento que genera la poca peligrosidad de la mayoría de poblados palestinos. La existencia de este hombre pende de un hilo que puede romperse cualquier día.

Querido lector, la realidad del pueblo palestino es esta: cámaras, cañones y alambres de espino, cuando no cárcel, muerte e impotencia. Pero no se preocupe, que no todo el mundo sufre. Si usted va a Israel, podrá circular tranquilamente. Le recomiendo que vaya a evadirse a cualquier ressort de la zona ocupada del Mar Muerto, o de ese Benidorm de Oriente Medio que es Tel Aviv. Allí podrá disfrutar de playas sin alambradas y de un ambiente frestivo casi permanente. Y usted, como la mayoría de israelís hoy día, podrá olvidarse de que existe un conflicto.

Hasta que decida ir a Israel, relájese en su casa. Por ejemplo hoy, mientras el señor de la foto se desplaza, como cada día, a buscar agua entre cámaras de seguridad y fusiles, usted puede poner agua en la cafetera, dejar pasar unos minutos y disfrutar de un delicioso y dulce café.