Y es que es acceso al agua en una región se tan pocas lluvias, está limitado a dos fuentes principales: los ríos y las aguas subterráneas de los acuíferos. Invocando los títulos de propiedad, basándose en un libro de ciencia ficción escrito hace muchos años, -la Biblia-, Israel se ha hecho con el dominio efectivo de la margen occidental del único gran río de la zona, el Jordán, que queda en territorio de soberanía palestina. Por lo que se refiere a las aguas subterráneas, en el acuífero más grande de Cisjordania, Ariel, se establecieron ilegalmente los colonos judíos en 1978, y desde entonces la ciudad se ha convertido en un enclave estratégico que sirve para dejar sin agua a la población palestina.
En temas donde la objetividad es difícil de lograr, es mejor dejar hablar a los números. Un colono israelí en Cisjordania consume un promedio de 620 metros cúbicos de agua al año, frente a los menos de 100 metros cúbicos que le tocan a cada palestino. Es decir, que cada israelí que vive ilegalmente en territorio ocupado goza de entre 6 y 7 veces más cantidad de agua que aquellos a quienes está despojando de su hogar.
No es casual que al cruzar Cisjordania por carretera, se vean constantemente grifos cercados por alambradas y a veces custodiados por soldados israelís, para evitar que los palestinos desesperados no puedan calmar su sed. Hasta en Ramallah, hay muchas viviendas que sólo tienen agua 2 horas al día, y los cortes de agua son constantes y dependientes de la voluntad de los gobernantes de Israel. Sólo cuando llueve, los depósitos de agua de lluvia que forman parte indispensable de los tejados de las casas palestinas, permiten cierta seguridad en el consumo de agua.
Resulta indignante ver cómo en los lujosos ressorts israelís del Mar Muerto, construidos en zona palestina ocupada, se derrocha agua con liberalidad, mientras que a menos de 10 kilómetros, las aldeas palestinas no tienen acceso al agua corriente y las cosechas no pueden ser regadas.
Esta ocupación del agua es una de las distintas políticas llevadas a cabo por el gobierno israelí para asediar a los más de 2 millones de palestinos de Cisjordania, hacer su vida diaria un poco más difícil, y lograr así que emigren, que mueran de sed y hambre, que sus cosechas no salgan adelante, y que el sueño del gran Israel deje de serlo, para convertirse en realidad.
Querido y bondadoso lector, encienda el grifo de su cocina, deje correr largo rato el agua hasta
que esté fría, bébase un vaso de agua para hacer frente con eficacia a los envites de su conciencia, y una vez vencidos todos los malos pensamientos, disfrute de su café.
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