Llegamos pronto a la T-4 de Madrid, para asegurarnos de que ningún imprevisto nos impidiese volar a Israel. Al acercarnos al mostrador de embarque de El Al, un judío argentino nos fue apartando uno a uno y enviándonos a diferentes stands donde una persona de la compañía nos entrevistaría. El estado israelí y El Al catalogan a las personas, cual cabezas de ganado, según el grado de peligrosidad, siendo 1 el mínimo y 6 el máximo. Una chica de nuestro grupo estudia filología árabe, lo que nos valío para llevarnos la máxima condecoración posible: el 6.
Entre las preguntras que nos hicieron estaban: ¿tiene usted una bomba? ¿Ha conocido alguna vez a un árabe? ¿Ha estado en algún país árabe? ¿Qué hizo usted en Egipto? ¿Tiene amigos palestinos en Facebook? ¿Es usted consciente de que si entra a Palestina podría enamorarse de un terrorista? ¿Ha participado en algún genocidio? ¿Ha hecho usted su maleta o le han ayudado? Todo ello, por su puesto, en aras de nuestra seguridad.
No contentos con el minucioso y cargante cuestionario, nos llevaron a una sala en un sótano de la T-4 bastante intimidatorio, y tras tediosos minutos de espera, nos fueron metiendo uno a uno en una sala, para registrar nuestros cuerpos. A algunos nos hicieron quedarnos en calzoncillos, y nos pasaron el detector de metales por todo el cuerpo, sin que las fuerzas de seguridad españolas hicieran nada por evitarlo.
Luego, fueron abriendo una a una todas nuestras maletas, acompañando el registro de absurdas observaciones y requerimientos, tales como enchufar el cargador al móvil para comprobar que no se tratara de una bomba. A algunos de nosotros nos quitaron todo lo que llevábamos en el equipaje de mano, incluidos libros, guías de viaje o bolígrafos, y nos obligaron a facturarlo. El único objetivo de este trámite era hacer crecer nuestra tensión, y desproveernos de todo tipo de entretenimiento para el vuelo.
Tras más de 2 horas y media de controles, tuvimos que correr para coger el vuelo, y una vez dentro, la sobrecargo dijo " En breves procederemos a ofrecerles nuestro servicios de comida, toda ella con el sello de garantía Kosher". ¿Se imaginan que Iberia no sirviese carne a ningún pasajero durante la cuaresma?
Tras la demostración de cómo ponerse el chaleco salvavidas e indicarnos dónde estaban las salidas de emergencia del avión, los altavoces repitieron, aún sin despegar del aeropuerto de Madrid, "Aerolíneas El Al, bienvenido a Israel".
PD. Querido lector, hé aquí la gravedad del hecho: Primero registraron a los palestinos, pero no le importó. Luego registran a los españoles que vuelan a Israel, y tampoco le importa. Algún día entrarán en su casa, pero ya será tarde. Hasta entonces, no proteste porque Israel intervenga en la sobernía aérea española, y disfrute del café.