miércoles, 1 de septiembre de 2010

A Israel le crecen los enanos

No pasa una semana sin que le surjan problemas al Estado de Israel, la mayoría derivados de sus políticas de ocupación, violencia e intolerancia.

En primer lugar, tiene un importante problema en su propia casa. Si la semana pasada, 53 actores desafiaban las leyes israelís anti-boicot y anunciaban que no actuarían en los teatros de más allá de las fronteras del 67, ahora un grupo de 150 académicos israelís de universidades de todo el país, de la talla de Slomo Sand, David Grossman o Amoz Oz, han respaldado públicamente a los actores.

También en casa, en concreto en Jerusalén, leemos en la prensa que cada vez son más los ciudadanos israelís que se manifiestan cada semana contra los desalojos ilegales de viviendas palestinas. En algunas de las últimas, se han llegado a juntar más de 5.000 personas, entre las que estaban algunos firmantes del manifiesto de los académicos.

Y para colmo, el 5 de septiembre se renudará en Haifa el juicio por el asesinato israelí de la activista norteamericana Rachel Corrie.

Otro de los frentes abiertos viene de Alemania, donde la hipoteca del Holocausto está llegando a su vencimiento, y la población teutona está dándose cuenta de que las políticas actuales de Israel no son justificables. Quizás por eso, el palestino Firas Maraghy se ha convertido en centro de atención. Lleva un mes en huelga de hambre en Berlín porque no le dejan volver a su país. Firas trabajaba en un centro de atención a discapacitados en Jerusalén, donde conoció a su mujer, de origen alemán. Se casaron en 2007, y se fueron a Alemania para que ésta pudiera terminar su carrera, pero con la intención de volver a Palestina. Han tenido una hija. Firas no ha ejercido su derecho a adquirir la nacionalidad alemana, precisamente para evitar perder su derecho a volver a su tierra. Constantemente se ven periodistas y activistas a su lado interesándose por la historia de Firas. Él es un ejemplo más de las políticas israelís para judeizar Jerusalén, sin dejar la oportunidad de librarse de un árabe más.

Y en España, los comerciantes de Mercabarna han cambiado sus dátiles israelís por dátiles tunecinos, ya que los consumidores se niegan a adquirir productos obtenidos en territorio ocupado. Esto supone un importante daño para Israel, habida cuenta del alto consumo de dátiles durante el Ramadán.

Quien siembra vientos, recoge tempestades. Ahora que comienza a subir la marea, no dejemos que se pare. Feliz café.

2 comentarios:

  1. Siceramente creo que éste es el camino.La ultraderecha israelí es como las demás ultraderechas:criminal,racista,asesina,cainita...,el que no lo sabe es porque no quiere saberlo;y aún peor que lo anterior es el estado de destrucción moral y ética que deja por donde pasa.
    Por el bién de los centenares de judíos no sionistas,humanitarios,pacíficos y solidarios algunos de cuyos nombres he conocido en éste blog,espero que pueda llegar a gobernar otro tipo de personas que desencanallen su propio país.
    Mientras tanto 729.

    ResponderEliminar